jueves, 17 de junio de 2010

Lavarse las manos, clave para evitar infecciones

Es una de las maneras más eficaces para evitar la propagación de los microbios y protegernos de muchas enfermedades infecciosas


La piel es la primera línea de defensa contra los microorganismos. En las manos, nuestras principales herramientas de trabajo, se alojan (de forma natural o por contaminación de otras fuentes) y se transmiten infinidad de gérmenes que pueden provocar procesos infecciosos. La higiene de las manos no sólo es una poderosa arma contra la propagación de infecciones comunes como el resfriado y la gripe sino que también actúa contra otras de tipo diarreico generadas por enterobacterias y contra las toxiinfecciones alimentarias en general.


Todos estos microbios, que pueden contagiarse de formas distintas, son especialmente comunes en niños, que tocan otras manos sucias, superficies, objetos e incluso alimentos contaminados, juegan con tierra o simplemente se frotan una herida. Además de la contaminación microbiológica, las manos pueden entrar en contacto con posibles sustancias tóxicas (restos de productos de limpieza, insecticidas o productos químicos), nocivas para la salud. Los niños no son conscientes de este potencial peligro, tanto es así que incluso llegan a ingerir de manera directa esta posible contaminación si se chupan manos y dedos. Pero un adulto puede también contaminarse de forma indirecta a través del contacto con alimentos o utensilios de cocina.

Especial atención en niños
Convertir en una rutina el acto de lavarse las manos antes de comer o de manipular alimentos y, por supuesto, después de acudir al servicio, es la mejor manera de inculcar a los niños un hábito de higiene que les protegerá durante toda su vida. La mejor manera de enseñar a lavarse correctamente las manos es realizar esta acción junto a un adulto, siguiendo las siguientes pautas:

Mojar las manos. Utilizar preferiblemente agua templada.
Frotar enérgicamente las manos con jabón (en pastilla o líquido) durante unos 15 segundos. Excepto en casos particulares, no hace falta usar jabón antibacteriano ya que cualquier jabón normal resulta apropiado.
Asegurarnos de la correcta limpieza entre los dedos, muñecas y, muy importante, bajo las uñas, ayudándonos de un cepillito.
Aclarar correctamente las manos bajo el chorro de agua, retirando totalmente los restos de jabón.
Secar las manos, bien con una toalla limpia y seca, toallitas de papel de un solo uso o secador de aire.

Alternativas al lavado clásico
El uso de líquidos desinfectantes que no precisan aclarado constituye una eficaz alternativa al lavado clásico con agua y jabón
En el mercado se ofertan varios dispositivos que aseguran una perfecta higiene y desinfección de las manos como alternativa a la limpieza con agua y jabón. Estos sistemas son especialmente interesantes en el caso de comedores colectivos, donde la limpieza de las manos puede convertirse en una tarea tediosa. Se basan en la utilización de líquido desinfectante que se nebuliza sobre las manos sin necesidad de aclarado o bien en la acción del ozono y que tienen gran poder desinfectante.

La ventaja de estos equipos radica, además de su gran eficacia, en su rapidez (unos pocos segundos) que lo convierten en un sistema apropiado para comedores y hostelería. Un detalle importante desde el punto de vista de la seguridad es el hecho de que el proceso se realiza sin tocar nada (frente al clásico lavado en el que se tocan grifos, jabones o dispensadores o toallas, entre otros) simplemente colocando las manos bajo el aparato que se activa de manera automática, de tal manera que se evitan contaminaciones cruzadas.

Si nos encontramos al aire libre y vamos a disfrutar de una comida en el campo durante una excursión o acampada, deberemos disponer de algún sistema para lavar nuestras manos, antes y durante el proceso de cocinado. Si hay una fuente cercana podemos utilizarla siempre que sea de agua potable. Si no disponemos de jabón, resulta más eficaz limpiar nuestras manos bajo el chorro de agua (por arrastre) que frotándolas bajo él.

¿Lavar o desinfectar?
Lo mismo que ocurre con otras superficies y elementos, no es lo mismo lavar que desinfectar las manos. En el ámbito doméstico, un jabón normal será generalmente suficiente para limpiar nuestras manos. En ámbitos profesionales y, especialmente en los desarrollados entre poblaciones de riesgo, como niños o ancianos, es recomendable utilizar jabones especiales con cierto poder desinfectante.

En hostelería resulta importante diferenciar las instalaciones de lavado (fregaderos) de los lavamanos destinados a este fin. Ambos deberán estar dotados de agua caliente y fría y accionados de manera no manual, y estos últimos equipados con dispensador de jabón o solución desinfectante autorizada, así como un sistema de secado higiénico (toallitas desechables con su contenedor, mejor que secadores de aire caliente que provocan, además de corrientes portadoras de posible polvo y suciedad, un peligroso aumento de la temperatura). Los lavamanos deberán situarse próximos a la zona de manipulación para una mayor accesibilidad durante el trabajo.

CUÁNDO LAVARSE LAS MANOS
En la cocina:

Antes de comer y cocinar.
Entre la manipulación de diferentes tipos de alimentos o alimentos crudos y cocinados.
Después de limpiar o tocar productos de limpieza o químicos.
Después de tocar la basura.
Otras situaciones:

Después de ir al baño y, preferiblemente, también antes.
Después de tocar animales y mascotas.
Después de visitar o cuidar a personas enfermas.
Antes y después de curar una herida.
Después de acudir al centro de salud.
Después de sonarse la nariz, toser o estornudar o limpiar los mocos a un niño.
Después de cambiar un pañal o ayudar a un niño a limpiarse tras acudir al baño.
Después de estar en el jardín jugando o haciendo jardinería.
Después de utilizar un transporte colectivo (metro, tren, autobús) o acudir a un espacio de uso público (cine, centro comercial).
Cuando se hayan tocado manillas de puertas o barandillas de escaleras que pueden estar contaminadas.
Después de manejar dinero.

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