martes, 15 de junio de 2010

ALIMENTO ENERGIA Y AMBIENTE

03/06/2007 - Alimento, energía y ambiente
Si alguien duda que se puede compatibilizar la producción de alimentos con la obtención de bioenergía a partir de los granos, tendría que darse una vueltita por Mead, Nebraska. Allí funciona, desde hace apenas un mes, un feedlot con capacidad para 25.000 novillos, junto a una planta de etanol capaz de elaborar 100.000 metros cúbicos de este biocombustible por año. Visitamos la planta con un grupo de cabañeros argentinos invitados por las autoridades del estado de Nebraska, interesados en la genética Angus de la región. Sirvió para corroborar todo lo visto durante el viaje, donde la cuestión del etanol fue un telón de fondo constante. No hay cabaña que no utilice el co-producto de la fermentación del maíz para producir este alcohol. Como apoyo de las vacas en parición en unos casos, para el desarrollo de los reproductores en otros, o para terminación de novillos y vaquillonas de los rodeos generales, la cuestión es que el \"distillers grain\" (residuo de los granos destilados) se ha convertido en un insumo que está transformando profundamente el escenario de la ganadería estadounidense. Y va a repercutir en todo el mundo. Pero el modelo de E3 Operating Company, la empresa de Mead, escapa a todo lo que existía. Globalmente, el negocio de producir carne vacuna en los Estados Unidos está incorporando los granos destilados. No hay feedlot que no los use. La diferencia es que aquí se integra la producción de carne con la de etanol en un modelo de circuito cerrado, con enormes ventajas económicas y ambientales. El sistema funciona así: la materia prima básica, prácticamente la única que ingresa al establecimiento, es el maíz comprado a los productores (300.000 toneladas por año). El 80% del maíz va a la planta de etanol, el 20% al feedlot. Los novillos reciben una ración típica con 50% de grano de maíz, un 15% de silo de maíz (que se siembra en campo propio, aledaño al feedlot) y un 35% de granos destilados. Los novillos están estabulados, sobre piso de cemento rasurado, que deja pasar los excrementos, orina y bosta. Estos se recogen por un sistema de gravedad, y se almacenan en una laguna a cielo abierto, con piso de polietileno para impermeabilizar. Desde allí se introduce en un tanque de fermentación anaeróbica, para obtener biogás. El biogás alimenta las calderas del destilador. Así, el emprendimiento es absolutamente autónomo en materia energética. \"Cuando esté en régimen, en un par de meses, no ingresará una sola caloría de afuera\", aseguró Back Wehrbein, gerente de la operación. Una tonelada de maíz entrega 350 litros de etanol y 350 kilos de destilado de granos húmedos. El resto se convierte en dióxido de carbono, que se produce durante la digestión de los novillos y en la destilación del maíz, al quemarse el biogás. Los de E3 no descartan, en el futuro, capturar este CO2 para venderlo a las embotelladoras de bebidas gaseosas. El feedlot tiene ya treinta años de vida. Está archi probado. Al estar construido sobre cemento, alberga un novillo cada 3 metros cuadrados. Los animales no están hacinados, tienen espacio para echarse todos juntos, y aunque existen, no hay muchos problemas podales. Los animales con daños en las pezuñas se apartan, se envían a corrales de tierra, y la mayor parte vuelven a los de cemento a los pocos días. Los mayores inconvenientes sanitarios tienen que ver con enfermedades respiratorias, comunes en todos los feedlots del país. Además del piso ranurado, tiene techo inclinado, con un ala rebatible, que permite un sencillo control de la temperatura jugando con la velocidad del viento. Lo que llama la atención es que no hay olor, por el sistema de piso ranurado y al evitarse la descomposición espontánea de la bosta. Es uno de los valores que más destacan del sistema, por las restricciones ambientales crecientes que padecen los feedlots. Pero no todo termina en la simple obtención de biogás a partir de la bosta. En una torre aparte se separa y filtra el amoníaco, que vuelve al campo como fertilizante. El residuo de la fermentación de la bosta, rico en nutrientes como fósforo, azufre y micronutrientes, también se usa como abono. Una de las cuestiones que más se cuestionan a la elaboración de etanol de maíz es el alto consumo energético del proceso. Trabajos exhibidos por algunos opositores intelectuales a la sustitución de nafta por etanol indican que se requieren más unidades de energía fósil para producir una unidad de este biocombustible, que lo que éste entrega al quemarse en el motor de un vehículo. Esto es relativamente cierto en los sistemas convencionales, donde se utiliza carbón para la destilación. Pero el proceso de Mead introduce la variable de utilizar la bosta. La cascada de valor es impresionante. Un deshecho altamente contaminante, muy costoso de manipular, que genera incomodidad para los trabajadores y la población circundante, de pronto se le encuentra utilizada como fuente de energía de una planta de bioetanol. Esta planta integrada es la primera en su tipo. Pero Wehrbein contó que están evaluando la instalación de otras tres en lo inmediato. Y hay otras 10 en carpeta. Sin humo, sin olor, sin energía fósil. Parece futurista, pero lo vimos, lo tocamos, estuvimos ahí. ¡Existe!

No hay comentarios:

Publicar un comentario